El método combina terapia psicológica con ejercicio, ‘mindfulness’ y educación en neurociencia del dolor.
La fibromialgia es una enfermedad caracterizada por el dolor crónico que afecta al 2% de la población.
HOSPITAL VALL D’HEBRON
El Servicio de Reumatología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona han demostrado a través del estudio ‘Fibrowalk’ la efectividad de un tratamiento multicomponente para los pacientes con fibromialgia, basado en educación en neurociencia del dolor, el ejercicio, la terapia cognitiva conductual y el ‘mindfulness’, ha informado en un comunicado este jueves.
La revista ‘Journal of Clinical Medicine’ ha publicado los resultados que han puesto de manifiesto que, en general, este enfoque multicomponente, sumado al tratamiento habitual -medicación y mínimas pautas de educación y ejercicio- es “significativamente más efectivo” que sólo el tratamiento habitual para este tipo de personas.
La fibromialgia es una enfermedad caracterizada por el dolor crónico, sobre todo en los músculos y articulaciones, y tiene “un fuerte impacto” en las actividades de la vida diaria.
Actualmente, esta enfermedad afecta alrededor del 2% de la población -mayoritariamente mujeres-, representa una carga importante para el sistema sanitario de muchos países y responde “muy poco” al tratamiento farmacológico.
Por lo tanto, para los investigadores evidenciar la efectividad de un tratamiento no farmacológico combinado para estos pacientes es “un paso muy importante” para poder disminuir el impacto de la enfermedad.
Puesto que la fibromialgia es una enfermedad multidimensional compleja, que implica una gran variedad de factores predispuestos. Los resultados del estudio recomiendan un enfoque multicomponente, combinando tratamientos farmacológicos y no farmacológicos.
Una parte del tratamiento no farmacológico que contempla es estudio es el llamado ‘mindfunless’, una práctica que consiste en “prestar atención plena al momento presente, sin juzgar”, dejando a un lado las preocupaciones por cosas que han ocurrido o que podrían pasar en un futuro.
El equipo del Vall d’Hebron encuentra efectividad en el tratamiento cuando se combina con la práctica del deporte, así como con la educación en la neurociencia del dolor -que ayuda al paciente a entender su estado actual y le enseña estrategias para manejar el dolor-, y la terapia cognitiva conductual -un tipo de psicoterapia en la que el paciente trabaja con un psicólogo a lo largo de varias sesiones-.
Ambas patologías comparten muchos síntomas y también muchos prejuicios
La pandemia ha puesto de relieve a un sector, el sanitario, muy maltratado en los últimos años por los recortes y que está siendo vital para poder afrontar y doblegar algún día esta crisis sanitaria. Pero a la vez, y de rebote, está otorgando cierta visibilidad a colectivos de enfermos que han vivido muchos años, todavía hoy, en el ostracismo.
La covid no sólo ha dejado muertos en el camino, también enfermos que meses después de la infección siguen padeciendo los síntomas de la enfermedad. Este colectivo, el de los covid persistente, denuncian que se sienten abandonados por el sistema, relegados al último lugar de la cola al no ser su caso de vida o muerte.
Esta sensación le resulta familiar a otro grupo de enfermos que llevan muchas décadas sufriendo su patología casi en soledad, los pacientes del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC).
Miquel Cano tiene 49 años y hace 11 que se lo diagnosticaron. Profesor de instituto, tiene un 67% de discapacidad reconocida y está jubilado. “La invisibilidad social, laboral, incluso médica, el ostracismo y el aislamiento social que sufrimos dan para un libro”, asegura.
Fue en 2009 cuando empezó su particular vía crucis. Notó que le costaba levantarse de la cama aunque no había practicado deporte el día anterior. “Estaba muy cansado”. Ahí comenzó un calvario de un año. “Me recetaban antidepresivos que no tomaba, tengo muy claro que lo mío no es mental. El grueso importante de la enfermedad se desarrolló, en mi caso, en tan solo tres o cuatro meses, muy rápido”.
Explica que cuando tiene un buen día, sale a comprar el pan. “Pero cuando vuelvo, ya tengo que echarme en la cama. Vivo con mis padres, que son muy mayores los dos. Tengo una casa propia, pero no puedo estar solo”.
Relata que tiene momentos muy malos. “Hace poco estuve tres días y tres noches boca abajo porque no podía respirar. Eso pasa a veces. Te quieres morir. No quise ir al hospital por el tema de la covid”.
Actualmente, todavía no hay una causa clara identificada que explique el SFC. “Hay muchas hipótesis, se habla de un proceso infeccioso, un proceso traumático, pero realmente no hay una causa evidente”, explica el doctor Ramon Sanmartín, miembro del servicio de reumatología del hospital Vall d’Hebron y especialista en SFC.
l centro Tribunal Médico consiguió la primera sentencia por la enfermedad en 1996
El juzgado de lo social Nº12 de Barcelona ha reconocido una incapacidad permanente total, para su profesión habitual de ayudante de empresa de envasa o empaquetado a una trabajadora que sufría limitaciones a causa fibromialgia, trastorno límite de la personalidad y trastorno adaptativo con síntomas ansiosos depresivos en tratamiento y cervicodorsolumbalgia crónica. Además, la trabajadora tenía un 65% de discapacidad reconocida por el Departament de Treball, Afers Social i Famillíes de la Generalitat de Cataluña.
Por otra parte, el juzgado de lo social Nº04 ha reconocido la incapacidad permanente total a una trabajadora empleada del hogar. Esta padecía limitaciones a causa de fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, hernias y otras patologías que agravaban el cuadro.
El centro TribunalMédico consiguió la primera sentencia por fibromialgia en 1996, sentando jurisprudencia al respecto y determinando que lo verdaderamente importante son los síntomas asociados a la enfermedad
Los tribunales tienden a proteger con pensiones de invalidez
La fibromialgia es una enfermedad de difícil diagnóstico y tratamiento complejo. Los especialistas han certificado que los principales síntomas de esta patología son: dolor muscular, articular, dolores de cabeza, síndrome del ojo seco, cansancio, trastornos del sueño, sequedad o trastornos cognitivos. Consecuentemente la mayoría de ellos sufre de depresión y/o ansiedad, producto de la falta de entendimiento por parte del entorno laboral y/o familiar, incluso en ocasiones médico, de su enfermedad y padecimiento agravado su cuadro.
Alejandro Rusiñol, experto en Derecho Social de nuestro centro médico jurídico señala que “en cada trabajador es fundamental evaluar, no las patologías en sí, sino el conjunto de lesiones que merman o anulan la capacidad del mismo, ya que la valoración de la invalidez permanente ha de hacerse atendiendo fundamentalmente a las limitaciones funcionales derivadas de los padecimientos que determinan la efectiva restricción de la capacidad”.
Las mujeres y los hombres no enfermamos igual, biológicamente somos diferentes, pero eso no significa que por derecho no tengamos la misma atención o que a las dolencias y patologías de las mujeres se las trate como enfermedades de segunda.
Exceptuando los problemas exclusivos femeninos (tumores ginecológicos, trastornos de la menstruación o problemas obstétricos y derivados del embarazo), y lo mismo podemos decir para los masculinos, los problemas de salud son los mismos. Pero tenemos que hacer una puntualización en este punto. Las patologías pueden ser las mismas, pero no así los síntomas y signos que derivan de ellos. Aquí si hay que tener en cuenta no solo nuestra biología (hormonas, genes…), sino también el concepto de género y lo que socioculturalmente significa.
El sexo se basa en configuraciones cromosómicas y procesos fisiológicos y aunque la configuración cromosómica es compleja, los análisis para determinar las diferencias salud/enfermedad por sexo tratan esta variable como dicotómica. La guía en Igualdad de Género en Horizonte 2020 de la Comisión Europea, cuando nos referimos al término “sexo” hacemos referencia a las características biológicas de mujeres y hombres, niños y niñas, en términos de órganos reproductivos y funcionales basadas en la fisiología y los cromosomas.
En relación al “género” la Comisión Europea se refiere a la construcción sociocultural y política que determina las relaciones interpersonales de las mujeres y los hombres que otorgan beneficios y acceso a recursos como los sanitarios, a quienes están en posiciones más elevadas de una jerarquía de género. El género varía en el tiempo y en el espacio y entre culturas. Aquí hay que tener en cuenta las actitudes, roles y posiciones de poder e identidad de género y modelos de comportamientos que están determinados por estereotipos (normas y valores) incorporados durante la socialización y que tienen un impacto en el cuerpo (células, hormonas y órganos).
La salud de las mujeres ha permanecido y permanece invisible en muchos aspectos, dado que la Ciencia médica tiene todavía una visión androcentrista. Aunque podemos decir que en las últimas décadas ha avanzado poco a poco.
Para saber de qué estamos hablando, vamos a ver unos ejemplos:
En el caso de las enfermedades mentales, las mujeres son etiquetadas con mayor frecuencia de problemas de salud mental, pero si a la depresión y la ansiedad le añadimos el alcohol y el suicidio la prevalencia es parecida en ambos sexos
En las enfermedades pulmonares, por ejemplo, la EPOC, la mujer era menos tenida en cuenta, por el tema del tabaquismo. Esto se ha solucionado con la realización de pruebas como la espirometria.
En las enfermedades cardiovasculares, se tenía una falsa creencia de que las hormonas femeninas protegían a la mujer. Cuando una mujer llegaba al hospital con síntomas de infarto, no se le hacían pruebas o no tantas como se le hacía si llegaba un hombre con los mismos síntomas. Los síntomas en la mujer no son tan claros o expresivos, son de menor intensidad y no tienen una localización específica, suelen irradiarse hacia el estómago, cuello o mandíbula, y los médicos no le dan tanta importancia.
Fibromialgia: la percepción del dolor no es igual en hombres y mujeres y puede que su razón sea hormonal. Hay expertos que piensan que se ha utilizado este término para englobar una serie de síntomas que causan dolor y malestar muscular y articular, y que se consideran incurables. Pero con un buen diagnóstico diferencial, podemos ponerle nombre a la patología y de ahí a un buen tratamiento, lo que facilitara la vida a la mujer
COVID-19: en este caso, la información al respecto es muy variable y va cambiando según se van conociendo más características del virus y de cómo actúa. Las cifras de casos confirmados varían dependiendo del país. Los síntomas que relato a continuación son del principio de la pandemia. En España al principio de la pandemia los contagios eran más frecuente en hombres que en mujeres, pero a partir de principios de abril, los datos se igualaron. Incluso ahora podemos decir, que hoy en día hay más casos de confirmados de Covid-19 en mujeres por los roles que desempeña, como el de cuidadora. En cuanto al proceso de la enfermedad, hay explicaciones genéticas y hormonales para la diferente susceptibilidad entre sexos. En el hombre se observó que cursaba con fiebre, disnea, neumonía, síndrome de distrés respiratorio agudo y fallo renal, lo que le llevaría a ser hospitalizado y a la realización de pruebas diagnósticas. En las mujeres, dolor de garganta (que al principio no se consideraba síntoma), vómitos y diarrea, lo que podría inducir a una menor sospecha diagnostica de esta enfermedad y a una menor hospitalización. En este caso, como en muchos otros la gravedad se expresa en hospitalizaciones e ingresos en Unidades de Cuidados Intensivos, con una mayor tasa de ingresos de hombres. A día de hoy, además de haberse identificado más síntomas a lo largo del año pasado como son pérdida de olfato y gusto, congestión nasal, dolores musculares, conjuntivitis, etc… parece que estos cursan por igual en ambos sexos. Lo que demuestra, que por lo menos al principio de la pandemia, existió un sesgo de género.
Y así podríamos seguir describiendo enfermedades como: osteoporosis, anemia, alteraciones tiroideas, cirrosis, infartos cerebrales, migrañas, etc…
La suposición acientífica de que las mujeres sufren de la misma forma las enfermedades que los hombres, los mismos síntomas y la misma evolución, ha sido una de las causas principales de que la salud femenina sea todavía invisible para la medicina, como denuncio Bernardina Healy en 1991, primera directora femenina del Instituto de Salud de EE.UU.
El enfoque o perspectiva de género (Ley General por la Igualdad entre Hombres y Mujeres) en salud permite visualizar las diferencias entre hombres y mujeres y por lo tanto realizar intervenciones con correspondencia con las necesidades de cada sexo, pero con una misma necesidad sanitaria. Se refiere a la metodología y a los mecanismos que permiten identificar, cuestionar y valorar la discriminación, desigualdad y exclusión de las mujeres, que se pretende justificar con base a la diferente biología entre ambos sexos.
Pese a que las principales causas de muerte son las mismas para ambos sexos en los países desarrollados, muchos estudios biomédicos como los ensayos clínicos han utilizado a los hombres como prototipos poblacionales y han inferido aplicando los resultados en mujeres, como si su historia natural y social y como responden a estas enfermedades, serían las mismas. De hecho, la exclusión de las mujeres con el argumento de prevenir el riesgo de daño fetal, se las ha podido perjudicar en vez de proteger.
Fue a partir de los movimientos feministas de los años sesenta, cuando las mujeres expresaron su descontento con la jerarquía del modelo de interacción médico-paciente. Pero no es hasta los años noventa cuando las asociaciones médicas ven las necesidades de la salud de las mujeres más allá de la reproducción e intentan aportar soluciones específicas. Se constata que la calidad de la atención sanitaria recibida por las mujeres está condicionada por el desconocimiento científico sobre la Historia natural de ciertas enfermedades, diferentes de las de los hombres, y por diferentes tipos de enfermedades respecto a las padecidas por los hombres. Como resultado, necesitan prevención, tratamiento y atención diferenciada.
Los hombres tienen una menor esperanza de vida, 4,4 años menos, que las mujeres y una mayor carga de años de vida ajustados por discapacidad. Gran parte de estas diferencias se deben a factores relacionados con el género, costumbres, hábitos y normas sociales. El enfoque de género cuestiona los estereotipos con que somos educados y abre la posibilidad de elaborar nuevos contenidos de socialización y relación entre los seres humanos. Por lo que nos sirve y nos permite entender que los síntomas de ciertas enfermedades, o los efectos secundarios de algunos medicamentos son diferentes en las mujeres que en los hombres.
Hay dos sesgos claves a la hora de valorar la atención sanitaria con respecto a la atención recibida por hombres y por mujeres y son el sesgo de esfuerzo diagnóstico y el terapéutico. La probabilidad de que quien parece una enfermedad sea tratado adecuadamente es muy pequeña si no se realizan las pruebas pertinentes o se interpretan mal. Y esto va a depender tanto del profesional sanitario como de la mujer y sus condicionantes biológicos y de género (socioculturales).
Son indicadores clave a la hora del estudio sobre el sesgo de género en el esfuerzo terapéutico: el acceso a los servicios sanitarios y a los hospitales de ambos sexos para igual necesidad, la aplicación de procedimientos terapéuticos en hombres y mujeres para una misma patología, la demora y la espera en la asistencia y la prescripción y consumo de fármacos. A todo esto, hay que añadir la investigación en salud ya que con respecto al sesgo de género mantiene un círculo vicioso que resta importancia a cuestiones de género en salud y perpetua el descuido (infrarrepresentadas en ensayos clínicos)
La mayor utilización del hospital por hombres que por mujeres es un indicador de sesgo de género en el esfuerzo terapéutico de los que más información existe en la bibliografía científica. Esta no es solo responsabilidad de los pacientes, sino que esta mediada por el médico y el sistema sanitario.
El análisis de la influencia de los roles y la identidad de género en la salud de las mujeres aporta una información imprescindible si se pretende no solo igualdad de oportunidades en el acceso a los servicios sanitarios, sino igualdad en los resultados en términos de salud, para igual necesidad de ambos sexos. Uno de los argumentos más utilizados es que ante un problema de salud, las mujeres son las responsables de la demora en la asistencia sanitaria, es decir, ellas retrasan la llegada a urgencias y esto podría relacionarse con la mayor letalidad hospitalaria en mujeres. Por ejemplo ante un ataque de miocardio y su demora entre el inicio de los síntomas y la monitorización. Por supuesto los roles de género, como el papel de cuidadora, estarían detrás de esta demora.
En las últimas dos décadas se han iniciado proyectos sobre género y salud. El Proyecto “Gender Innovations (Universidad de Stanford), El informe de Salud Global 50/50, “el Programa Horizonte 2020” (Comisión Europea), la Organización Mundial de la Salud incluye estudios de género en sus prioridades, y el proyecto nacional “Género y Salud de la Escuela Andaluza de Salud Pública”
La perspectiva de género aporta información que ayuda a repensar por qué y cómo los sesgos de género pueden llevar a un concepto erróneo de ciertas enfermedades, sobre todo en las mujeres e influir en el proceso asistencial, tanto en el esfuerzo diagnostico como en el terapéutico. Por tanto, es útil identificar las interacciones de sexo y género puesto que producen diferencias en la expresión de los estados de salud-enfermedad, y porque las diferencias por sexo pueden estar justificando sesgos de género en la atención sanitaria.
Cuando el cansancio se prolonga durante más de seis meses y la actividad laboral, mental y física disminuye más de un 50% y nos sentimos incapaces de realizar la actividad que hacíamos previamente, nos encontramos ante un caso de síndrome de fatiga crónica, también denominada encefalitis miálgica. El neurólogo Juan Carlos Gómez, coordinador de la Unidad de Neurociencias Clínicas en Policlínica Gipuzkoa nos explica su posible origen, las nuevas terapias y ensayos clínicos en los que participan él y su equipo para tratarla y su relación con el coronavirus.
«El síndrome de fatiga crónica es un conjunto de síntomas con causas de origen diverso -aclara- y una de los más frecuentes es una infección viral, que es el 30 o 40% de los casos». «De hecho -añade- se le conocía antiguamente como fatiga posviral, porque los agentes causantes de este síndrome eran de origen vírico». «Con la infección por coronavirus está habiendo un repunte del síndrome de fatiga crónica en pacientes que lo han pasado», sostiene Gómez. «Además, en estos casos se observan otros síntomas como el insomnio, la cefalea, las palpitaciones o los problemas hemodinámicos», comenta el neurólogo.
«Aunque es difícil hablar de curación en enfermedades crónicas, hay tratamientos efectivos que mejoran mucho la calidad de vida con tratamientos específicos», afirma Juan Carlos Gómez. «Los tratamientos inmunomoduladores de toda la vida, como los corticoides, salvan vidas en fase aguda y pueden mejorar síntomas en pacientes que cumplen los criterios. Pero este tipo de medicamentos tienen muchos efectos adversos. Un paciente con síndrome de fatiga crónica poscoronavirus, que tenga anticuerpos muy elevados, se puede beneficiar de este tipo de tratamiento hasta el punto de mitigar los síntomas».
¿Cuándo acudir a la consulta?
«Lo recomendable -afirma- es que pasen seis meses desde que han pasado el coronavirus o algún tipo de infección, o en el caso de pacientes que hayan sido diagnosticados de enfermedades como por ejemplo las que afectan al tiroides, que son producidas por trastornos de autoinmunidad y que se manifiestan por cansancio extremo físico y mental». Además, el neurólogo señala que otros de los signos típicos son las alteraciones cognitivas, en la que los pacientes tienen dificultades de concentración sostenida: «son incapaces de leer un libro, de ver una película y cuando eso se prolonga en el tiempo tienen que venir a consulta».
Más en mujeres y jóvenes
Un aspecto curioso del síndrome de fatiga crónica es que es «hasta cuatro veces más frecuente en mujeres, y en mujeres jóvenes, entre los 30 y 40 años, que están en el máximo esplendor de la vida y en su momento de mayor rendimiento intelectual y laboral», sostiene Gómez Esteban.
La afectación psicopatológica es extensa, por lo que el coordinador de la Unidad de Neurociencias de Policlínica Gipuzkoa cree que quienes lo padecen «están muy estigmatizados», pues según afirma «la sociedad les etiqueta falsamente de pacientes solo psiquiátricos, cuando muchas veces el aspecto psicológico es solo secundario al problema real que es un cuadro de origen inmunológico que produce una gran fatiga». «Es decir -concluye- hay que abordar al paciente desde todas las esferas, no solo la neurológica, sino la psiquiátrica y también la neuropsicológica y por eso desde nuestra unidad tratamos cada caso con un enfoque multidisciplinar y disponemos de estudios clínicos en los que estamos participando para poder ofrecer a cada paciente un estudio personalizado y un tratamiento lo más idóneo posible».
La nutrición es realmente importante a la hora de combatir los principales síntomas de la enfermedad
La fibromialgia es una enfermedad que produce la inflamación de los intestinos y, debido a esta condición, este órgano no termina de realizar correctamente su función, por lo que no se filtran las sustancias menos beneficiosas para el organismo. Estamos ante una enfermedad crónica que requiere de un cuidado extremo de la alimentación, para evitar molestias y dolores fuertes.
En este artículo queremos descubrirte cómo hacer una dieta para la fibromialgia teniendo en cuenta los alimentos más recomendados para ayudarnos a aliviar los dolores. Alimentos ricos en antioxidantes, grasas buenas o probióticos son algunos de los imprescindibles en tu dieta, ¡pero hay muchos más!
La importancia de la dieta para la fibromialgia
La fibromialgia es un tipo de enfermedad inflamatoria que afecta a los músculos de nuestro cuerpo provocando un intenso dolor que se generaliza por todo el cuerpo, en los conocidos puntos de dolor de la fibromialgia, y que es de forma crónica.
Dentro de los tratamientos para paliar los dolores destaca la alimentación y los ejercicios para aliviar la fibromialgia. El motivo es que los intestinos también se inflaman y, por tanto, la comida que se debe consumir debe estar en consonancia con esta premisa. Optar por alimentos nutritivos, de fácil digestión y que no inflamen los órganos es esencial para poder definir una buena dieta para la fibromialgia.
No obstante, siempre deberá ser un experto nutricionista el encargado de determinar la mejor dieta para cada paciente. Analizando el caso de forma particular es como se logrará dar con el dietario más adecuado para cada caso.
Alimentos recomendados para aliviar el dolor de la fibromialgia
Si quieres organizar una dieta para la fibromialgia debes saber que hay algunos alimentos que son los más indicados para conseguir paliar el dolor producido por esta condición. En general, la dieta tiene estar compuesta por alimentos saludables que nos aporten nutrientes necesarios y que sean bajos en toxinas, grasas y compuestos de difícil digestión.
Además de esto, las personas con fibromialgia suelen tener deficiencia de minerales tan destacados como el magnesio o el calcio, algo que provoca las contracturas típicas de esta enfermedad. También puede darse el caso de que se sufra deficiencia de hierro, vitamina D o zinc.
Los alimentos recomendados en una dieta para la fibromialgia son los siguientes:
–Proteínas bajas en grasa. Las proteínas son una de las principales fuentes de energía que obtiene nuestro organismo, por tanto, debemos optar por una dieta rica en este nutriente. No obstante, no debemos abusar del consumo de carnes, sino que el 40% debería ser de origen animal y el 60% restante de origen vegetal (legumbres, soja, frutos secos, etc).
–Carbohidratos. No deben faltar tampoco en una dieta para la fibromialgia y, de hecho, deben aportarnos alrededor del 50% de la energía que necesitamos durante el día. El 40% de los mismos debe provenir de los complejos y absorción lenta (pasta integral, cereales integrales, arroz integral, etc.); el resto 10% de hidratos simples procedentes de las frutas.
–Grasas saludables. Tenemos que tomar ingredientes como aceite de oliva virgen extra, aguacate, frutos secos, pescados azules, etc. Todos estos alimentos nos aportan interesantes ácidos grasos que son ideales para calmar la inflamación.
–Vegetales y hortalizas. Todas las comidas de nuestro día tienen que incluir vegetales, pues son ingredientes ricos en nutrientes, minerales y fibra altamente beneficiosa para nuestra salud. Evita las coles o las verduras más difíciles de digerir o flatulentas.
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