Las afectadas penedesencas por SSC plantan cara y recuperan la pensión de invalidez

Los tribunales han dado la razón a las dos penedesencas con enfermedades crónicas y degenerativas a quien el ICAM les retiró la pensión por invalidez. Hablamos con ellas sobre el Vía crucis que han sufrido durante un año para recuperar la pensión, del apoyo mutuo que las ha ayudado a salir adelante y de cómo se les han abierto los ojos ante las injusticias.

La Sonia Romero (de Vilanova y la Geltrú y con 41 años) y Antonia González (los Monjes, 56 años) están agotadas, pero finalmente tranquilas. Después de un año de angustia y de visitas a abogados, médicos, juzgados y las oficinas del ICAM (Instituto Catalán de Evaluaciones Médicas), han conseguido que un juez les devuelva la pensión de invalidez que otro juez les había reconocido por invalidez permanente, pero que el organismo de la Generalitat había determinado que ya no era necesario que continuaran percibiendo. Ambas tienen lo que se llama Síndromes de Sensibilización Central (SSC).

La suya es una historia de sufrimiento que empezaron en solitario pero que han culminado con apoyo mutuo. Sonia, que vive en Vilanova y la Geltrú, padece esclerosis múltiple, además de diabetes, fibromialgia y fatiga crónica; Antonia, que es de Santa Margarida i els Monjos, tiene fatiga crónica, Sensibilidad Química Múltiple (que se conoce popularmente como SQM) y sensibilidad digestiva y ambiental. Lo han certificado los médicos especialistas. Y también un juez. Y los reconocieron la Invalidez Permanente y, por tanto, el derecho a cobrar una pensión por el hecho de no poder trabajar. Pero la Seguridad Social decidió a principios de 2015 retirarlos esta pensión porque el ICAM emitió un informe que aseguraba que su salud había "mejorado" y que podían volver a "realizar actividades laborales rentables". Y empezaron una larga lista de visitas, instancias y recursos para recuperar los que consideran que les toca por derecho, ya que ninguna de las dos es capaz de trabajar, e incluso les cuesta salir de casa.

Y en medio de este periplo se conocieron y han sido la una el apoyo de la otra; el mismo les ha pasado con otras personas con enfermedades crónicas que han encontrado por el camino de lucha para que se les reconocieran sus derechos.

Una año en tensión

Sonia apenas supo que le reconocían la invalidez absoluta y que le devolvían la integridad de la pensión la semana pasada. Ha sido un año muy difícil para ella. Después de que hace un año le retiraron la pensión, ella volvió a empezar el camino desde el principio y la primavera pasada presentó una petición para que le reconocieran la invalidez permanente la primavera pasada, y el ICAM determinó nuevamente en junio que debían darle la pensión. Pero la Sonia explica que "el problema es que era un importe menor que la primera vez que me la reconocieron, porque lo hacían teniendo en cuenta que los últimos meses, como que me habían retirado la pensión y no podía trabajar, no había cotizado; así que volvimos a ir a juzgado y finalmente el tribunal ha resuelto que tengo que cobrar lo que me habían concedido inicialmente ». Este proceso ha dejado Sonia con muy pocas fuerzas: «Si por cualquier persona normal es difícil, para nosotros es agotador, es morirnos, porque tienes que ir de un lugar a otro, y eso te afecta moralmente y físicamente, y vas empeorando de la enfermedad ».

Ahora el temor de Sonia es que el INSS presente un recurso en contra de la decisión del juez. Y se suma la inquietud que dentro de dos años la pueden volver a llamar para hacerle, de nuevo, una revisión en el ICAM para determinar si ha mejorado o no, aunque tenga una enfermedad crónica de la que no es posible que se recupere nunca. Y esto cada dos años hasta que haga 65.

A Antonia, le reconocieron la incapacidad absoluta para trabajar el 2012. Hace un año también recibió, como la Sonia, la mala noticia que el INSS, tras una revisión del ICAM, había decidido retirarle la pensión porque consideraba que estaba mejor de salud, una mejora que Antonia siempre ha asegurado que no era real. Así que en mayo volvió a pedir la incapacidad empezando de cero y un juzgado le dio la razón. Pero como la Sonia había sido unos meses sin cotizar, así que le redujeron la pensión. Decidió volver a recorrer y finalmente hace 15 días que un tribunal le ha regularizado la pensión entera que le habían reconocido inicialmente.

Tal como le ha pasado a la Sonia, Antonia asegura que este año «ha sido un Vía crucis, ha sido horrible y me ha comportado muchos gastos de energía pero también económicas; he sufrido un paso atrás de la enfermedad por la inquietud con la que he tenido que vivir estos meses ». Y añade: «Como vivo sola, aunque ha sido más duro ».

Solidaridad y apoyo mutuo

A pesar de todo lo que le ha pasado, Sonia celebra que durante este año de Vía crucis, ha podido ver que hay gente solidaria que le ha ayudado: «Lo que me llevo de bueno es que he conocido buena gente y la amistad increíble con Antonia y la Imma (otra afectada, de Badalona), que nos hemos convertido en hermanas. Con ellas cada día nos enviamos watsapp para saber cómo estamos, nos animamos las unas a las otras, se ha creado un vínculo muy fuerte entre nosotros ».

Antonia saca las fuerzas de donde casi ya no tiene para encontrar la cara positiva de lo que ha sufrido en el último año: «También he descubierto que se puede, que con mucha paciencia se puede luchar y conseguir lo que es justo. Este año he cambiado mucho como persona, así que soy muy positiva y doy gracias al que me ha pasado porque he conocido gente fantástico, como la Sonia, que es increíble. También me he dado cuenta de que tengo muchos amigos que me han demostrado que los tengo aquí, que los he tenido cuando he necesitado ». Y las dos remarcan que dan las gracias a todo el mundo que las ha ayudado, como el Colectivo 9, el Colectivo Ronda, la Clara Valverder (otra afectada por SSC) o el periodista Siscu Bages, "Y tantos y tantos otros".

Además, Antonia explica que durante todo este año ha descubierto todo un mundo que le era desconocido: «He conocido una prensa alternativa. Yo sólo sabía lo que pasaba a través de TV3, El Periódico, o La Vanguardia, pero ahora he visto que hay muchas injusticias sociales que antes no veía. Hay otro mundo que no es visible a la gente de la calle, que no lo queremos ver, y yo lo he descubierto. Hay unas injusticias que yo antes no veía, por mí estaban invisibilizadas y ahora he abierto los ojos. La lástima es que todavía hay muchas personas que se encuentran solas con un problema y que no saben que hay otra gente que sufre la misma situación que ellas ».

La otra cara de la moneda es que también ha descubierto «que hay personas que no tienen corazón ni alma, como la Consuelo Lemonche, subdirectora general de evaluaciones médicas del ICAM, y los médicos de este organismo, que no sé si están presionados o son así, pero es terrible como nos tratan a las personas enfermas ».

Nace la PAICAM

Una de las cosas que las hace más felices es la creación de la PAICAM, Plataforma de afectadas y afectados por el ICAM, que ha nacido este mes de enero. Ni Sonia ni Antonia se ven con fuerzas de ir a las reuniones para organizar la protesta ni en las concentraciones que se convocan cada semana, pero desde la distancia siguen el trabajo que hace esta nueva plataforma.

Antonia define la PAICAM como «una semilla que se ha plantado y que está brotando con fuerza», y está convencida de que servirá para conseguir que haya «un giro con la situación de las mutuas, la gestión de las altas del INSS y las injusticias que comete el ICAM ».

Para estas dos afectadas, uno de los principales valores de la PAICAM es que «ahora la gente que sale desesperada y llorando después de una revisión en el ICAM porque les han denegado la baja médica, se encuentran que hay personas en la puerta informándoles sobre sus derechos y animándoles a reivindicar lo que se merecen ».

Y aunque ninguna de las dos penedesencas puede participar de la plataforma, Antonia explica satisfecha que se ha dado cuenta de que, aunque casi no se puede mover de casa, ella también puede ayudar a los demás, para que otros afectados que se encuentran con la situación que ella sufrió hace un año la llaman para que les cuente como se ha salido y los aconseje: «La poca fuerza que me quede la pienso destinar a continuar luchando y ayudando a los demás».