Los enfermos de fibromialgia y TOC están entre los más incomprendidos de la sociedad

La fibromialgia, el Trastorno Obsesivo Compulsivo o TOC, la agorafobia, o la espondilitis anquilosante, son procesos que tienen algo en común: producen una gran cantidad de sufrimiento en las personas, y por otro lado, estos pacientes frecuentemente se sienten incomprendidos por los demás. Son dolencias sobre las que existe un gran desconocimiento por parte de la población en general. Tienen como característica fundamental que sus manifestaciones muchas veces resultan invisibles a ojos de los demás, aunque producen un gran sufrimiento, ya sea físico o emocional.

Cuando alguien se fractura un hueso, debe llevar una escayola, si es en la pierna, necesitará muletas para andar. Cualquier persona entiende las consecuencias de una fractura, y la limitación física que esta implica. Por el contrario, estos otros, no se pueden “ver” por los demás, producen en el paciente un sufrimiento silencioso, que muchas veces pasa inadvertido incluso por su entorno más cercano. Y en realidad existen muchas más enfermedades que comparten todo lo comentado hasta ahora, por lo que el sufrimiento que producen en la persona es muy elevado, en primer lugar por los síntomas propiamente dichos, y en segundo lugar por la incomprensión social que sienten estos enfermos. La dureza de sus síntomas, pueden hacer que una persona piense en ellos desde que se levanta hasta que se acuesta porque constituye el problema más grave que hay en sus vidas.

 

Otra característica, especialmente en el caso de la fibromialgia y el Trastorno Obsesivo Compulsivo, es que las personas suelen recorrer una gran cantidad de médicos y psicólogos respectivamente, intentando encontrar mejoría.

 

La fibromialgia es una enfermedad con un índice de curación muy bajo, que no puede diagnosticarse con una prueba médica concreta, sino que suele diagnosticarse en parte por descarte de otras enfermedades que puedan explicar los síntomas, lo que hace que los pacientes muchas veces tengan que acudir a un gran número de médicos antes de ser diagnosticados, aumentando así la incertidumbre y preocupación del paciente. Aunque en el caso del TOC sí existen probabilidades relativamente altas de poder superarlo, muchas veces sólo se consigue tras un elevado número de sesiones de psicoterapia con un psicólogo, o incluso a veces se hace necesario someterse a otro tipo de terapias más complejas como el psicoanálisis.

 

Lamentablemente, no es difícil encontrar personas que crean que la fibromialgia no existe, que el paciente se inventa o exagera los síntomas, o aún peor, que es una simple excusa que pone para evitar asumir sus obligaciones laborales, familiares, etc. Este tipo de creencias no ayuda para nada al paciente, sino que contribuyen a aumentar el sufrimiento emocional que padecen estas personas.

 

Lo mismo ocurre en el caso del Trastorno Obsesivo Compulsivo, muchas personas no tienen la más mínima idea de en qué consiste este trastorno de ansiedad, incluso piensan que es una enfermedad mental psiquiátrica, o que es sinónimo de locura. Lo peor en este trastorno es el hecho de que la persona no sabe que le pasa, que frecuentemente evita pedir ayuda a familiares o psicólogos, algunas veces por vergüenza, otras porque creen que nadie podrá ayudarles, o porque simplemente creen que los familiares o psicólogos no lo van ni siquiera a comprender. Estas personas tienen constantemente pensamientos obsesivos o intrusivos, que los viven como unos pensamientos negativos que acceden constantemente a su conciencia, produciéndoles angustia, ansiedad, y en muchos casos otras emociones negativas como culpa, depresión, baja autoestima, etc. En muchos casos, los pacientes desarrollan también actos compulsivos, que son rituales físicos o mentales, tareas repetitivas, que la persona realiza para así reducir sus niveles de ansiedad, lo que puede llevar a la persona a ser una esclava de sus propios pensamientos intrusivos y actos compulsivos, hasta el punto de impedirle llevar una vida normal y poder trabajar.

 

La agorafobia es similar al TOC, con la diferencia de que estas personas, no tienen actos compulsivos, normalmente tampoco tienen actos obsesivos, sino que los episodios de ansiedad y de ataques de pánico, aparecen únicamente cuando la persona se encuentra frente a un determinado estímulo en concreto. Es habitual que estos ataques de ansiedad se desencadenen cuando el paciente se encuentra en sitios abiertos que no le son familiares, especialmente si hay aglomeración de personas. En muchos casos, pueden aparecer también cuando la persona sube en un transporte público, cuando va sola por la calle, o incluso si se encuentra sola en casa.

 

Este trastorno es probablemente uno de los más incomprendidos que existen, pues la mayoría de personas no entiende que estos estados de angustia puedan aparecer sin motivo aparente, o tampoco entienden que tengan esa capacidad para limitar la vida de una persona. A diferencia de la fibromialgia y la espondilitis anquilosante, que producen dolor físico, la agorafobia y el Trastorno Obsesivo Compulsivo no producen dolor físico sino ansiedad y otras emociones negativas, aunque no por ello el sufrimiento de estas personas es menor.

 

En el caso de la espondilitis anquilosante, los síntomas principales son el dolor físico, y en muchos casos, incluso dificultades para moverse. Es un tipo de artritis especialmente intenso, que afecta sobre todo a la parte baja de la columna vertebral, por lo que puede afectar a la biomecánica de la misma, haciendo que el paciente tenga dificultades incluso para poder andar.

 

Estos cuatro procesos son sólo una muestra pero representan a muchos más. Existen decenas de enfermedades que frecuentemente pasan inadvertidas para gran parte de la sociedad, en la mayoría de casos por desconocimiento, en algunos otros, por la falta de empatizar con los demás que caracteriza a muchas personas. Sin embargo, el perjudicado por esta situación siempre es el paciente, que es quien sufre. Cuando el sufrimiento es invisible su impacto en la vida de la persona es incluso mayor. Todo esto debería hacernos reflexionar acerca de nuestra responsabilidad como ciudadanos y motivarnos a ser más comprensivos con los que sufren.

 

Médicos y psicólogos, así como otros profesionales sanitarios, hacen una excelente labor que permite ayudar en la medida de lo posible a que las personas que tienen la mala suerte de estar viviendo enfermedades como la fibromialgia, el Trastorno Obsesivo Compulsivo, la agorafobia, ataques de pánico, problemas de depresión, adicciones, etc. tengan menos sufrimiento. Pero todos los ciudadanos tenemos la labor de ayudar cada uno en la medida en que nos sea posible, a que estos enfermos no se sientan incomprendidos, excluidos, o abatidos por su situación.